viernes, 16 de julio de 2010

La mano y el ojo son instrumentos en ceramica

La Cerámica Precolombina
Por Alejandro Triana el 12 de Julio 2010 11:58 PM
La cerámica precolombina se aprecia como algo más bien artesanal que estético, por la tendencia a considerar el trabajo manual como "irreflexivo" frente al trabajo "intelectual", -quizá por relacionarlo, desde la era industrial, con tareas rutinarias y repetitivas.
También por contraste con el brillo del oro precolombino, es común apreciarla sólo como un utensilio rústico, que dependería más de la rutina de la mano que de la impresión estética o del entendimiento analítico, y sus formas simbólicas y rituales son vistas como simple imaginería fantástica.
Pero haber producido esta cerámica a mano y sin ayuda del torno -instrumento mecánico - dice mucho de quienes la elaboraron. Jean Brun en El espíritu y la mano (1975) recuerda la famosa controversia entre Aristóteles y Anaxágoras, sobre la importancia de la mano en relación con la inteligencia, cuando el primero contra argumentaba diciendo:
"No es por que tiene manos por lo que el ser humano es el más inteligente de los seres, sino por ser el más inteligente de los seres es porque hombres y mujeres tienen manos".

y agrega el filósofo griego en su Historia de los animales :
"El ser más inteligente es aquel capaz de emplear bien el mayor número de utensilios: ahora bien, la mano parece ser no un utensilio, sino varios, pues por decirlo así, es un utensilio que sustituye a los demás. Ha sido por tanto, al ser capaz de adquirir el mayor número de técnicas aquel al que la naturaleza ha dado el utensilio más útil con mucho: la mano" .
Se refiere Aristóteles al ser humano en su Historia de los Animales porque pertenecemos al orden de los primates, que una vez compartimos con los musgaños arbóreos, los lémures, társidos, monos y símidos. La evolución de los primates muestra varias tendencias: una, la modificación de los miembros para adaptarlos a la función de trepar a los árboles y luego, entre los homínidos, a la marcha en posición vertical por el suelo. Así, la acción recíproca entre la liberación de la mano por la asunción del porte vertical, el desarrollo de una visión estereoscópica aguda y el agrandamiento del cerebro, llevaron a una mayor capacidad mental que para satisfacer la necesidad de alimento, llevó primero al empleo de artefactos y luego a su manufactura, porque la creación del más tosco de los útiles exige facultades mentales y una imaginativa representación del futuro. Es lo que nos diferencia de los grandes monos.
El llamado filósofo de Envigado, Fernando Gonzáles en su Viaje a Pie (1928), imaginó así la transformación, intuyendo que estamos hechos de hambre, amor y miedo :
"...este animal extraño, cuyas patas posteriores eran más largas, bajaba de los árboles durante los inviernos, se apoyaba en los troncos en posición bípeda, y miraba allá lejos; a veces se percibía en sus ojos un relámpago malicioso... Comenzaron los inviernos y el extraño animal sentía hambres largas. Impulsado por el hambre descendió de los árboles para alimentarse... ! el hambre, y con él la necesidad de levantarse para percibir desde lejos la presa, hizo que nuestro venerable padre el homínido, libertara las patas delanteras y las convirtiera en manos !. Ya no cogerá con las mandíbulas... Apareció la mano y la mano libertó al espíritu..."
Continúa Jean Brun en "El Espíritu y la Mano" citando a Galeno (130-200 d.deC.) quien en su obra De la Utilidad de las Partes del Cuerpo Humano, insiste sobre la posición de las articulaciones de los dedos y de la muñeca, que permiten a la mano asir las diferentes formas y volúmenes, grandes o pequeños: los objetos esféricos, los cuerpos planos y los que son cóncavos;
"...porque la mano tiene el privilegio de poder adaptarse a todas las formas, ya que todas las formas resultan de la reunión de tres especies de líneas, convexa, cóncava o recta.".
Luego Brun hace notar que la forma es la única cosa accesible a dos sentidos diferentes: el sonido no existe más que para el oído, el olor para el olfato, el sabor para el gusto, pero la forma es a la vez para el ojo que la ve y la mano que la toca. Entonces deduce: "que la forma pueda ser algo a la vez para el ojo y para la mano, es una situación a la vez trivial y profunda; porque ese "algo" de que se trata es totalmente diferente en cada uno de los casos: el ojo comprende la forma, la mano la conoce". (p194).
En la cerámica precolombina observamos esfuerzo imaginativo para asimilar la naturaleza, la vida cotidiana, sus mitos y sus ritos, reflejados en experimentación plástica. El ceramista precolombino establecía con su obra una comunicación "sentiente y racional al mismo tiempo", parafraseando a Adela Cortina. Por eso en pedagogía pre-escolar, técnicas plásticas como colorear, puntear, recortar, modelar, no son simples "manualidades", se fundamentan en que aquello que se hace con las manos, parte del cerebro y culmina en él, propiciando el desarrollo y ofreciendo al niño y al adulto más posibilidades de llevar una vida plena, como anota Sara Urazán en su monografía Cerámica: Imagen y Conocimiento (1999).
Desde tiempos ancestrales hasta hoy, más que cualquier arte la cerámica ha sido altamente educativa y equilibrante, pues no solo presenta inmediatez en la ejecución del modelado, es preciso esperar el resultado de la cocción "... sólo después de ella aparece el color definitivo, -que no se ve, pero se sabe, antes del horneado -, con lo que se complementan y desarrollan en mutua interacción y armonía las estructuras básicas -fugaces- del nivel sensible y las de la razón -estables-" (Urazán). El ceramista previsualiza una imagen que va formando con sus ojos y sus manos, coordinadas por el cerebro. Pero además, como anota Adela Cortina citando a Dewey en su obra El arte como experiencia, "...cuando la experiencia es estética, la mano y el ojo son instrumentos, a través de los cuales opera toda la criatura viviente, totalmente activa y en movimiento".

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